EL OSLO DE HARRY HOLE

Un fan de Harry Hole no vagabundearía tranquilo por las noches de Oslo, donde los traficantes y sus clientes actúan con la tranquilidad del intocable, conscientes de la connivencia de unos policías que no son siempre como Hole. Bajo los puentes que saltan el Akerselva, a la puerta de la Sentralbanestasjon o diseminados por todo el corazón de la capital, los camellos trafican con hachís, anfetaminas, heroína o “violín” sin apenas molestarse en mirar a sus espaldas.

“Este había sido el territorio de la shooting gallery de Oslo, el territorio de los yonquis, donde los hijos perdidos de la ciudad iban a pincharse y a disfrutar del subidón. (…) Volvía a haber compraventa en Plata. (…) Las putas de la esquina de la calle Skippergata se dirigieron a él en mal inglés. (…) Las mujeres africanas parecían tener frío ya. Espera a que llegue diciembre, pensó”.

“Se adentró en el barrio de Kvadraturen, lo que fuera el primer centro de la ciudad de Oslo, ahora un desierto de asfalto y cemento con oficinas para unas veinticinco mil hormigas obreras que salían corriendo hacia sus casas a las cuatro o cinco de la tarde y dejaban el barrio a las ratas que trabajaban de noche.”

Hole vive en un pequeño apartamento en Sofies Gate, a muy pocos pasos del Schrøder, su restaurante favorito, un lugar sencillo donde los parroquianos no suelen ser la flor y nata de la ciudad. Allí (no solo allí, también en el Underwater, un pub con forma de submarino) acostumbra a enfrentarse con el único enemigo que no es capaz de encarcelar: su adicción al alcohol. Las otras batallas comienzan en Grønlandsleiret 44, la comisaría donde tiene su sede el grupo de delitos violentos.

Siguiendo a Hole pasamos de la plaza Egertorget, en el centro, al parque Ekeberg, sobre una de las colinas que se asoman al fiordo. De las piscinas de Frogner al tobogán olímpico de Holmenkollen. De las bandas de neonazis a las mafias de la droga y la corrupción policial. Y, rodeados de nieve, oscuridad y delirium tremens, volveremos a dudar de la perfección de esa ciudad que nos venden las guías turísticas.